Foco.
La semana pasada hablamos acerca de los tres recursos más escasos del ser humano: el foco, la capacidad de tomar decisiones y la memoria de corto plazo.
Hoy vamos a hacer foco en el foco.
Qué perdemos, cuando perdemos el foco?
Todos conocemos la sensación de pérdida de dirección. Pasa el día, pasa la semana, terminamos cansados, pero tenemos pocos logros concretos para mostrar. Mucho esfuerzo y pocos resultados, es una combinación muy frustrante.
Nothing will make you busier than not knowing what to focus on.
Naval Ravikant.
Conocemos también el poder erosivo que tiene la pregunta que suena en nuestra cabeza: “¿No deberías estar haciendo otra cosa?”.
La buena noticia es que el foco se puede entrenar. Podemos alcanzar niveles crecientes de foco, y períodos de tiempo cada vez mayores en los que sostenemos nuestra atención en aquello que decidimos.
¿Qué podemos hacer para recuperar el foco?
El foco consiste en dos acciones: Ignorar, y prestar atención.
La parte de prestar atención es la que mejor conocemos, mientras que la parte de ignorar es (irónicamente!) la más desconocida. Acá hay mucho para mejorar, con bajo costo.
Ignorar estímulos es un proceso muy activo, y que resulta “caro” en términos de recursos intelectuales. Así como los auriculares se agotan más rápido cuando usamos la función de noise cancelling, nuestro cerebro dedica recursos cognitivos para filtrar lo que está sucediendo a su alrededor.
Entonces, debemos diseñar activamente nuestro entorno para disminuir al máximo las distracciones.
Deja el celular en otra habitación. Avisa a quienes compartan espacio con vos que vas a hacer un bloque de trabajo que requiere concentración, poné un timer, ponete a trabajar.
En definitiva, el foco no es otra cosa que la capacidad de resistir el impulso de caer en comportamientos espontáneos. O dicho de otra manera, suprimir voluntariamente la espontaneidad. (La definición es del Dr. Andrew Huberman). Entonces, chequear un mensaje de texto, hacer una visita (breve!) por Instagram, comer algo que tenés sobre el escritorio, etc; todas estas son acciones espontáneas que no contribuyen a tu objetivo final. El sólo acto de resistir las tentaciones de emprender estas acciones entrena tu capacidad para el foco.
Obviamente, la espontaneidad no es mala en sí misma. De hecho, es requisito para la creatividad. Lo que necesitamos es ponerla al servicio de lo que queremos lograr. Si sostenemos el foco el tiempo suficiente, podemos alcanzar ese estado tan agradable y productivo, en el que nos sentimos enfocados y creativos a la vez.
Pero, ¿en qué nos enfocamos?
Todos tenemos un patrón predeterminado de foco. Podemos enfocarnos en lo que está bajo nuestro control, o lo que no podemos controlar.
Podemos enfocarnos en lo que está bien, en lo que nos gusta, en lo que tenemos; o podemos elegir darle nuestra atención a lo que está mal, lo que nos falta, o lo que podemos perder.
Podemos enfocarnos en el pasado, en lo que hicimos o dijimos, o en el futuro, lo que vendrá, lo que nos amenaza o deseamos. O podemos elegir dejar nuestra atención en el presente.
En el trabajo de coaching, tanto con individuos como con equipos, este manejo del foco es uno de los ejes más importantes. Por eso, lo primero que buscamos lograr con un equipo es consensuar a dónde estamos yendo? ¿Cuál es el Norte? ¿Qué queremos lograr?
Un aliado inesperado
Cualquiera que haya rendido un examen en su vida, sabe que no hay mejor magia para enfocarnos, que el sentido de urgencia. Ahí somos todos ninjas del foco!
Podemos usar el temor, esa emoción tan resistida, a nuestro favor.
El secreto es conectarnos con el temor, y sentirlo como entusiasmo, agitación, nerviosismo previo al desempeño. En definitiva, los desafíos que marcan nuestra vida, no están exentos de una cuota de miedo.
Si nos entrenamos en el uso del miedo como combustible para la acción, en lugar de considerarlo sólo como una amenaza, algo que debe ser evitado, tendremos mucho mejor acceso al foco.
En síntesis
- Clarifica lo qué queres lograr.
- Evita activa y estratégicamente las distracciones.
- Sostener la atención en aquello que definiste, sabiendo que va a costarte.
- Usa el temor, la ansiedad, el nerviosismo, para sostener el foco.
Nos vemos la próxima vez, para hablar acerca de la memoria de corto plazo.
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