Siempre me tentó poder titular una nota con el estilo “si haces esta simple acción vas a poder mejorar tu foco”. Creo que esta vez aplica, vamos a ver.
Empecemos por la acción
Poné la distracción a 7 segundos de donde vos estás. Es fácil. Agarrá tu teléfono, empezá a caminar buscando un lugar donde dejarlo, mientras contás despacio hasta 7, (“Un elefante, dos elefante…”). Dejalo en donde termina la cuenta.
Pro tip: es ideal que incluyas un gesto, o “ritual” al final del proceso de esconderlo. Yo uso dos: tiro el celular arriba de una biblioteca, de forma tal que voy a necesitar subirme a una silla para recuperarlo. O, lo meto adentro de un cajón. Esto último es curioso, porque no agrega más de 0,5 segundo como máximo, pero creo que por alguna razón esa “capa adicional” tiene efecto en mí.
Por qué esto es poderoso?
Cuando tratamos de enfocarnos estamos haciendo dos cosas a la vez: prestar atención e Ignorar.
La primera es evidente: buscamos sostener voluntariamente la atención sobre lo que estamos haciendo: Una idea, un problema, un proyecto, un mail, una foto, aquello en lo que queremos enfocarnos. Es lo que responderíamos si alguien nos pregunta “qué estás haciendo?”. Esto lo entendemos, lo percibimos, sabemos que puede ser difícil y sabemos que es frágil: que puede ser interrumpido por cualquier tontería.
La otra acción que estamos haciendo cuando nos concentramos es ignorar: Filtrar estímulos que para que no lleguen a la conciencia. Teléfono, notificaciones, ruidos, etc.
Este es un proceso activo, que demanda recursos cognitivos del cerebro, un esfuerzo del que no somos conscientes. Es decir, que aunque sientas que estás concentrado, hay una parte de tu cerebro que está dedicada a mantener distracciones potenciales fuera de tu conciencia. Se nos va energía en un goteo imperceptible pero de gran impacto.
El efecto de las distracciones potenciales cae abruptamente cuando requieren siete segundos o más.
Hay un mundo de distancia entre trabajar enfocados y trabajar distraídos.
Cuando estamos enfocados movemos nuestro mundo. Nos movemos en dirección a nuestros objetivos, al efecto que tenemos sobre las cosas con las que interactuamos, a nuestra capacidad de modificar el medio ambiente.
Trabajar concentrados, produciendo, evolucionando, cerrando temas, etc, afecta también a nuestro bienestar, a nuestra satisfacción con lo que hacemos y con nosotros mismos. En última instancia, concentrarnos afecta nuestra autopercepción e identidad: “qué día perdido” o “qué bien estoy trabajando!” son sensaciones diametralmente opuestas.
Probalo. Poné 7’’ entre vos y tus distracciones.