Entender qué rol juegan el Miedo y el Dolor puede mostrarnos el camino más cierto hacia nuestro crecimiento.
Primero lo primero: hay que leer a Michael A. Singer. The Untethered Soul y The Surrender Experiment me parecen dos libros imprescindibles. Tienen que ver con la meditación y el crecimiento espiritual a partir de los eventos de la vida cotidiana. Es un autor de una gran profundidad, y a la vez accesible para personas ajenas a esos temas.
De todo lo que se explora en profundidad en estos libros, quiero detenerme en dos puntos que son clave, y que además aparecen casi diariamente en el coaching: el miedo y el dolor.
Un repaso rápido: El miedo y el dolor son estado físico-emocionales que queremos evitar. El dolor nace evolutivamente como una señal del cuerpo, que nos dice que algo nos está lastimando; y el miedo surge como un mecanismo para anticipar esos daños.
Dice Michael Singer, hablando de la conciencia y la mente, que vivimos restringidos por estructuras construidas por nosotros mismos. A grandes rasgos la mente y la voz que escuchamos dentro de nuestras cabeza son muros que levantamos para protegernos de las cosas que nos producen dolor, en términos psicológicos.
Y que si caminamos en dirección a nuestros muros, antes de sentir dolor sentimos miedo. Miedo, por supuesto, del dolor que anticipamos.
Entonces, qué podemos hacer?
Primero, ser conscientes de que estos fantasmas nos esperan en nuestro caminar. Segundo, caminar. Pasar el miedo, y llegar al dolor. Más allá del dolor está el verdadero crecimiento.
En términos de coaching, los fenómenos son prácticamente iguales:
Hablamos de zonas de confort, acciones y resultados. Acciones que nos animamos a emprender, otras que nos quedan lejos. Hablamos del miedo, y de crecimiento. Lo que Singer muestra en términos de mente y conciencia, nosotros lo vemos en términos de acciones y resultados. El mismo modelo idéntico.
El miedo, entonces, cumple este rol que se ha ganado a través de milenios de evolución: evitar que nos lastimemos. Tememos a los malos, las lobos, los precipicios, las armas de fuego, etc. Hasta acá no hay conflicto.
Qué pasa cuando este mismo modelo de funcionamiento se aplica al mundo psíquico? A lo que pasa “dentro de nuestra cabeza”? Igual que en el modelo anterior, el miedo anticipa en encuentro con el dolor, en este caso, psicológico: No estar a la altura, mostrar que no sé, exponerme en publico, quedar en ridículo, el “qué dirán”, esto no tiene que ver con mi personalidad, con mi “estética”, etc.
Vamos a llamarlos dolor real y dolor psicológico. Qué es lo que duele en el segundo caso? El “ego”, la autoimagen. La diferencia fundamental entre uno y otro dolor, es simple: El dolor psicológico, en la mayoría de los casos, no remite a un peligro real, sino a una oportunidad de aprendizaje.
Esto es clave. El tambalear del ego, puede ser un motor de aprendizaje muy fuerte en sí mismo. Más allá del dolor hay crecimiento.
El miedo puede ser indicador de grandes crecimientos potenciales, muy relevantes para nosotros justamente porque están hechos a nuestra imagen y semejanza.
Las serpientes son universales. Hablar en público puede ser un placer para uno y una pesadilla para otro.
Aprender a distinguir entre un miedo y el otro no parece muy difícil: Singer dice que lo primero que tenemos que preguntarnos es “qué parte de mí duele? qué parte de mí es tan frágil que cree que no va a poder tolerar lo que estoy por enfrentar?”. Creo que se podría agregar: “Hay realmente un peligro?”
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