Skip to main content

Estoy acompañando a un cliente en el proceso de instalar un hábito.

Después de que identificó un área entera de su vida de la cual no se estaba haciendo cargo lo suficiente. 

Para atender a eso nos propusimos una rutina, un espacio de tiempo dedicado exclusivamente a esa área, de manera de poder empezar a darle contenido. 

Definimos ciertas reglas de juego que nos ayuden a ritualizar y darle visibilidad al Hábito. 

Lo ubicamos en el espacio: Dónde lo vas a hacer?

En el tiempo: A qué hora empezás, y a qué hora terminás?

Incuímos la mayor cantidad de datos que nos ayuden a situarlo: 

– En el quincho.
– Sin celular.
– Con mi mate. 

Incluimos también una restricción que es Regla de Oro, que es en lo que quiero concentrarme en esta nota:

“A las 8.30 se corta, sí o sí.”

Esto produce en general reacciones del tipo “Pero si esta es un área central de mi vida, a la que quiero atender más, no debería dedicarle más tiempo? Por qué sólo una hora?” Personalmente creo que uno de los elementos más poderosos de todo este ritual es esta restricción. Para explicar por qué, presento la Ley de Parkinson.

La Ley de Parkinson dice algo así: “Tus tareas van a extenderse hasta ocupar el tiempo del que dispongan”. (En el artículo original de 1955, aparece así: “Work complicates to fill the available time.” Y “Work contracts to fit in the time we give it”, además de otras formas similares).

Esto quiere decir que si yo tengo una reunión dentro de una hora y me pongo a responder un mail difícil, es probable que este mail se consuma toda la hora que tengo por delante. En cambio, si mi reunión es en 22 minutos, y dedico esos 22 minutos a ese mismo mail, va a quedar perfectamente respondido. 

Magia! 

Personalmente tuve y tengo esta experiencia, mil veces. De hecho lo estoy probando ahora mismo. Empecé a corregir esta nota a las 11.35. A las 12.35 va a estar terminada. Pasaron 7 minutos. más del 10%. Me apremian los dedos en el teclado.

Ahora son las 12.01, pasamos a las conclusiones.

Primero: La restricción produce Foco.

El deadline auto-impuesto genera un compromiso conmigo mismo. 

Junto con eso, la posibilidad de fallar a ese compromiso. Sensación de riesgo de no cumplirlo.  Urgencia por llegar. Seriedad, concentración, y foco. 

Me viene a la mente la imagen de una lupa concentrando la luz del sol. 

El foco es la concentración de nuestros recursos y energía. Me refiero a la energía en el sentido más concreto: Estamos dedicando nuestro cerebro, que está consumiendo glucosa, a pensar y producir sobre un tema en particular.  

Al principio recorremos las zonas conocidas de este tema. Repasamos lo que ya sabemos, contemplamos decisiones que ya tomamos, las cosas que comprendimos antes. 

Pero si mantenemos el foco no nos queda otra que confrontarnos con lo que aún no sabemos. Con lo incómodo, lo incierto, lo que produce ansiedad. 

Ahí es cuando empezamos a trabajar de verdad. A manipular cognitivamente nuestras ideas y producir asociaciones nuevas. Tomamos decisiones. Actualizamos lo que sabemos con respecto a algo. Tomamos partido. Cambiamos. 

Segundo. La restricción produce Priorización.

Mi cliente tiene una sola hora por día para operar sobre el área de su vida que considera que hoy más lo necesita. Además, empieza el día haciendo justamente esto. Entonces la noche anterior se prepara como si mañana saliera a la cancha. 

Mira sus temas. Elige y prioriza. Todos son importantes, pero cuál es el más importante? 

Se pregunta: 

Dónde puedo tener el mayor impacto? 

Si me contratara a mí mismo, cuál sería la primera cosa que me encomendaría? Y qué alivio sentiría cuando lo hiciera!

En foco no aparece sin priorización. Cuando priorizamos algo lo separamos de todo lo demás. Esto no es cómodo. Pero funciona y se puede entrenar. 

Son las 12.33. Terminé.